Pocos momentos se igualan al de celebrar el cumpleaños de una escuela. No se trata de una conmemoración de tal o cual persona, siquiera aquella donde los que rodean al cumpleañero comparten ese día tan especial; se trata esencialmente de un festejo comunitario. Un triunfo de lo colectivo sobre cualquier atisbo de individualismo.
Ahí radica, especialmente, el orgullo de la comunidad del denominado barrio El Silencio de Concordia, allá en el oeste profundo más cerca de la autovía de la Ruta Nacional 14 que del propio centro geográfico, comercial y administrativo de la ciudad.

No faltó nadie
La Escuela Primaria N°32 “Nuestra Señora del Silencio” transita su primer cuarto de siglo y lo celebró con todos: las monjitas que la fundaron con el apoyo de aquella supervisora de Educación que también asistió; pasando por el cura párroco de aquel año fundacional hasta el actual sacerdote del barrio como el otro que concurrió en representación del obispo diocesano; hasta alumnos, exalumnos, docentes de ayer (Alicia Tricarico, Francisco “Pancho” Rodríguez, Evangelina Marini, Sonia Delaloye Aldecoa, María Eugenia Montoreano y Claudia Valdez) y de hoy e incluso el hombre que donó el terreno sobre el que hoy se erige el edificio.

Asistieron muchos más: es que cada uno, a su modo, dejó su huella por “La Escuelita del Silencio” como suele llamarse a aquella que está ubicada en cercanías del arroyo de Camba Paso y del viejo hipódromo de nombre homónimo. “Me acuerdo del stud donde celebramos las primeras misas”, contó a #3200Cultura el sacerdote Marcelo Charles Mengeón sobre los inicios.
La escuela como motor de cambio
Su génesis se remonta a tiempos difíciles en el país. Casualmente, o no tanto, a medida que más voces se fueron alzando en disconformidad con la situación social y económica de inicios del Siglo XXI; también empezó a hacerse más ruido en El Silencio. La escuela como motor de cambio, como espacio de formación y, especialmente, como lugar donde se cultivan valores, amistades y sueños.
“Nuestra escuela es hoy una institución activa, abierta, con objetivos claros, que valora profundamente el legado de sus fundadores y su pasado, que busca actualmente la calidad en sus acciones y se esfuerza por responder a nuevos desafíos. En definitiva, una institución permanentemente en vínculo con su comunidad”, se pronunció en las glosas iniciales del acto central que tuvo lugar el viernes 26 de septiembre.

En la ocasión, donde también estuvieron la viceintendente de Concordia, Magdalena Reta de Urquiza, el subsecretario de Educación y Cultura de la Municipalidad de Concordia, Carlos Gatto y los concejales Verónica Del Boca y Emmanuel Godoy, se agradeció profundamente a todos los que han sido y son parte de esta historia.
Hubo momentos profundamente emotivos, como aquellos donde los alumnos de la promoción 2025 ingresaron portando las banderas que presidieron la ceremonia:
Abanderada nacional: Lara Zamira Roldán
Primera escolta: Lucía Belén Cáceres Zárate
Segunda escolta: Brenda Angelina Repeto
Abanderada provincial: Loreley Yasmín Saravia
Primer escolta: Thiago Abel Quiroz Zaragoza
Segunda escolta: Irene Esmeralda Morua
Al momento de izar la bandera, las estrofas del Salve Argentina fueron interpretadas por los profesores Mariana Amengual y Emiliano Pérez Sirán. En tanto, el Himno Nacional Argentino y la Marcha de Entre Ríos fue interpretado magistralmente por el coro “Cantabile”, bajo la dirección de Roxana Tabella que también, más adelante, interpretó “Kichororo” de Anibal Sampayo y Castillo San Carlos, de Manuel Amiano que estuvo presente como miembro del coro.
En el segmento dedicado a los discursos, intervinieron con mucha emoción las hermanas franciscanas Marta y Bernardita; la directora actual Elizabeth Echeverría, junto a la secretaria Silvia Gallo y la apodera legal, profesora Emma Mariani. También, hablaron a los presentes las exalumnas Angela Gauna, Lorena Benítez, Inés Morua y Mariana Medina.

“Profundamente gratificante”
Otro discurso fue pronunciado por dos docentes de la institución: Ángeles Fruncieri y Silvia Trentín que, inicialmente, recordaron: “quienes hemos transitado buena parte de este camino, acompañando a generaciones de estudiantes, familias y queridos colegas, sentimos orgullo de haber sido parte de la historia viva de esta institución”.
“Cada aula, cada patio, cada sala y cada rincón de la escuela guarda recuerdos de nuestras enseñanzas, de los aprendizajes compartidos, de los sueños que juntos fuimos construyendo”, marcaron y dijeron que “no ha sido siempre fácil, pero sí profundamente gratificante. Desde aquélla humilde caballeriza hasta hoy, hemos visto crecer a los niños, transformarse en jóvenes y adultos, y hoy muchos de ellos padres de nuestros alumnos”.

Inmediatamente después, resaltaron: “Nos emociona saber que dejamos grabada una huella en sus vidas. Esa es, sin duda, la mayor recompensa a nuestra vocación”. Luego de agradecer, también dijeron: “esta escuela es mucho más que un edificio: es un espacio de encuentro, de valores y de esperanza para toda la comunidad”.
“Con la alegría de pertenecer y con la certeza de que vendrán muchos años más de trabajo, crecimiento y sueños compartidos, renovamos nuestro compromiso de seguir acompañando a esta gran familia escolar”, afirmaron poco antes de concluir.

Un carnavalito como puente
Más expresiones artísticas se presentaron, ya entrada la noche de una jornada histórica: se presentó el ballet infantil “Almita Criolla” de Colonia Roca, dirigido por María Olivera y Héctor Luna; el Coro Shemá le siguió y también hubo un cierre profundamente emotivo con una danza donde se unieron el ayer y hoy de la escuela.

Ante los presentes, bailaron un carnavalito los docentes que tienen mucho recorrido en la escuela y otros que recién la están conociendo, madres y padres que aportaron su energía y recuerdos; algunos de ellos regresaron como exalumnos y los actuales alumnos que, con su frescura y alegría, representan el presente y el futuro de esta tradición.
El llamado “El tren del cielo” se convirtió, entonces, en un puente que unió historias y valores, celebrando la continuidad y el sentido de pertenencia que caracteriza a una escuela que seguirá dejando su huella como en cada uno de los que asistieron porque, parafraseando la nota de agradecimiento que nos dieron por acompañarlos, desde @3200Cultura nos declaramos fan N°1 de la escuela “y es para siempre”.





















